Cuando hablamos de aguas minerales, generalmente se asocia a ello cautivantes manantiales provenientes de aguas de deshielo rodeados de paisajes montañosos y fríos pero tan naturales y silvestres que evocan historias de riesgosas aventuras deportivas en los senderos de la inmensa cordillera, y este es el caso del agua mineral llamada Güssfeldt, sinónimo de exploradores y montañas de las más altas de Sudamérica.
Paul Güssfeldt era el nombre del explorador alemán que en 1883 con medios muy precarios se convertiría en el primer explorador en alcanzar los 6.560 mts de la montaña más alta de Sudamérica ubicada en Argentina con una altura de 6.959 mts.
A la famosa montaña se la conoce como Aconcagua y el origen de su nombre es muy diverso, se la llamó así según la significación de varios pueblos originarios: los araucanos Aconca-Hue que significa “viene del otro lado”, el pueblo aymara Kon-Kawa semiológicamente “el monte nevado” y la más aceptada de todas es la de la comunidad quechua como Akon-Kahuak, que significa “centinela de piedra”.
Lo cierto es que esta agua mineral Güssfeldt se extrae y envasa en los corredores acuíferos de más de 1200 mts de altura en el Valle de Uco, Mendoza, lo cual comparte la región con los más excelsos viñedos, siendo aguas que descienden por grandes canales subterráneos de los cuales también absorbe importantes minerales. La composición de esta agua es la siguiente: Cationes
Magnesio: 9,73 ppm
Calcio: 32 ppm
Sodio: 25, 3 ppm
Potasio: 5,86 ppm
Aniones
Cloruros: 10,65 ppm
Bicarbonatos: 115,9 ppm
Sulfatos: 72,96 ppm
El agua mineral Güssfeldt tiene un aspecto visual cristalino, diríamos brillante y muy límpida, aromas neutros con una sensación bucal que nos regala sabores aterciopelados, ligerísimamente dulce, muy refrescante y sabrosa con una rica combinación de matices que aportan su ligereza, frescura y persistencia en boca, ideal para suavizar el espíritu, la mente y el cuerpo, imaginando el ir y venir de la respiración al abrigo de la naturaleza de ese aire puro, compartiendo el llamado del silencio, y contemplando cada una de las imágenes de la inmensa majestuosidad de la cordillera andina. Bon Appetit.